por Daniel Quispe Torres
El poemario La memoria hila de Elma Murrugarra (Ediciones Copé, 2025) teje un diálogo de lo personal y social, del pasado y un presente que se proyecta. Si la memoria es el resplandor del recuerdo, de la tradición, de la historia, de las raíces que nos componen; el hilar es la acción, la fuerza energética, el movimiento que la registra, la compone, la escribe, la moldea o crea. Es antiquísima la idea de concebir al poeta como el zurcidor, hilvanador de palabras; que el texto no sea sino un tejido, una textura de voces y silencio. Como sea, La memoria hila propone un lienzo de trece poemas, en verso libre y prosa poética, con seis nudos o torzales que le dan unidad y variedad.
En Torzal con decoración geométrica el poema El oro versa “Oculta y expuesta hila otra historia la deslumbrante túnica de la Señora Chimú”, el oro del cual está hecha no solo traduce la preciosidad del mineral, sino su pureza, magnificencia, su valor histórico, la forja de la identidad y el poder. El poema Las piedras dice “ciclópeo el lanzón como una gran aguja insertada aguanta” signando la vitalidad de la piedra, su accionar y movimiento, su sagrado misterio, su fuerza y el discurrir a través del tiempo. Así, cada palabra simbólica abre al lector a múltiples posibilidades de lectura, apelando su interioridad y la recurrencia a la historia.
En Torzal con tramado oculto el poema El oráculo dice “Un molle el bosque/ Cuatro molles el santuario”, los versos en dísticos conducen al oráculo que es la misma naturaleza, el texto misterioso que traducir, el acto como ritual, sacrificio, la muerte como inicio y eternidad. En Madre teje se afirma que “La vida es un hilo”, la madre escribe “tejiendo las palabras/ de un poema lindo que me cobija”, ella es la sabedora, la yachaq ancestral que va creando la identidad, la cultura, el arte, la vida. Elma juega con el ímpetu de los símbolos.
Por su parte en Torzal de pares continuos el poema El algodón fusiona el mito, la creación del algodón, y la historicidad y variedad de este. El texto La vicuña remite al supremo valor de su “fibra fascinante”, signo de lo andino. Ambos poemas retrotraen la savia ancestral y la trascendencia de la cultura andina: Chancay, Paracas, Mochica, Huaca Prieta, Puno, Huari.
Torzal con flecos incluye cuatro poemas. La achira descubre poéticamente la magia de la flor de achira para sanar, su facultad de hacer ver lo oculto y ganar el milagro. Los atados, al modo de una receta de cocina, traza el proceso, el ritual, el protocolo para librarse de la pena. Las trenzas es un poema que manifiesta la liberación de la mujer como una ritualidad que dota de poder con los elementos andinos: “Que parta orgullosa hija de halcón”. En Para volar el camino a la libertad se hace un proceso, un tejido de acción, con llaneza y alegría: “Aletear/ Correr/ Elevarse/ Sentir la alegría de la libertad”.
Torzal de pares alternos incluye el poema La urdimbre que constituye los conflictos y tensiones de la existencia teñida de muerte. El poema La trama anuda la angustia, los malos presagios, la inevitabilidad, la ceguera humana.
Finalmente, Torzal simple presenta el poema más extenso del poemario. La aguja recurre al recuerdo, “La memoria hila”, el viaje como recorrido de una existencia a través del mundo y su problemática, con elementos gastronómicos y culturales del Perú que se tejen “Cual hilo de oro/ Que pasa por el ojo de la aguja/ Y nos regresa al Perú/ Siempre”. Un cierre de retorno, cuyo nudo es el país que se ama y valora.
La poética de Elma trasunta un esteticismo escrupuloso, terso y cuidadoso en el manejo de la palabra y el ritmo. La escritura se muestra auténtica y libre con el uso de los versos sueltos, la prosa poética, sin acudir a los signos de puntuación, lo que otorga a los poemas su forma natural. Subyace el diálogo poli discursivo, pues introduce elementos paratextuales como los epígrafes, cuyas referencias, de poetas peruanos, intensifica la voz poética como una expresión múltiple, coral. Posee una visión multicultural e histórica, fusionando lo ancestral (ritos, costumbres) y el entorno cósmico (ligado vitalmente a lo humano), con símbolos que anudan elementos de peruanidad.
Que la poesía sea la expresión genuina de las profundas aguas de la interioridad humana, la particulariza y le da un color único; pero, si además reúne las voces de otras fuentes, otras cascadas, otros ríos la convierte en un coro que vibra corazones, historia, pasiones y utopías colectivas. La poesía de Elma Murrugarra ya es parte de la historia, no solo por la fuerza de mostrar un sosegado y apasionado lirismo interior, sino porque sus versos son el manto iluminado de nuestro pasado, presente y futuro.
Ayacucho, FILAY 2025.
(En un día que se llora en tanto llueve versos en la ciudad)
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