"al sur en caral": Un ejercicio de la memoria

Por Iván Cruz Osorio 



al sur en caral (Literal, México, 2006) es un poemario que ejercita la acción de la memoria, que ejercita la acción del conocimiento, y por ende resulta regocijante y propicio. En primera instancia, la pertinencia de este poemario radica en que va en contra corriente a las tendencias poéticas de moda, las cuales se hallan en la práctica del parricidio literario, y en busca de una originalidad espontánea, infectados por la famosa "ansiedad de las influencias" que el doctor Harold Bloom no se ha cansado de pregonar, ello ha causado que los temas y tropos se limiten ya a una realidad interior ya a juegos lingüísticos ya al poema de la imagen por la imagen. Pero en ninguna de estas formas dando cabida a temas y personajes históricos, literarios o mitológicos. El miedo a las eternas etiquetas que rotulan "se parece a" o "está influenciado por" ha concluido en la ausencia de referencias a nuestro árbol genealógico literario en la poesía actual, y, no conformes, se envilecen o se ignoran a las obras y los autores tutelares. En segunda instancia me satisface el hecho de que la poeta Elma Murrugarra (Lima, Perú, 1974) nos muestre cómo entablar un diálogo con el pasado con personajes ahora tan lejanos para nosotros como: Artemisa, Ares, Atenea, Estrabón, Pan y al mismo tiempo mostrarnos una descripción del mundo de estos. 

El libro se divide en tres partes, la primera titulada "los apóstoles" en donde los poemas que la componen se vinculan al monólogo dramático, la segunda parte llamada "Caral" donde los poemas revisitan de forma crítica los elementos naturales: tierra, agua, aire, y fuego. La tercera parte titulada "Tríadas" que son juegos lúdicos de forma y lenguaje.

Desde el epígrafe al sur en caral nos ubica en otro tiempo o mejor dicho en un momento atemporal, así Hermans nos dice en el umbral del poemario: "Brillante como antaño, los rayos del sol se posan / sobre ti / Imperios se han hundido desde que fuiste venerado / por primera vez / Y diversos ritos han bendecido tu santuario". A partir de este punto es invariable el tono profético del poemario, que muy bien nos hace recordar las palabras del Eclesiastés: "Lo que fue volverá a ser, lo que se hizo se hará nuevamente. No hay nada nuevo bajo el sol." Estas palabras podrían funcionar perfectamente como una premisa sobre las intenciones del libro. Poemas que nos permiten reflexionar, que en su sencillez, que no es más que una modesta y secreta complejidad, nos dan paso a una conciencia sobre un mundo que está en su límite desde hace tiempo:
"aquí donde la retama ya no florece y el altar del fuego sagrado ha sido apagado por los vientos del oriente un hombre de pura rabia le ha arrancado la pierna a otro hombre una mujer ha parido en silencio al hijo de su padre y un niño ha dormido abrazado al desamor nadie se conoce nadie se reconoce eso es lo terrible el polvo lo ha sepultado casi todo." 
Este poema titulado "Tierra", que abre el ciclo de los elementos: Tierra, agua, aire, fuego, es un ejemplo exacto de cómo vincular la realidad externa con los problemas del yo, la poeta no se limita a hablar del mundo exterior, si bien Elma nos habla de un mundo exterior, un mundo a la vista de todos, cercano a los acontecimientos humanos, al mismo tiempo nos ubica en un mundo interno de desolación; esta actitud invariablemente continúa en el resto de los elementos, en el poema "Agua", por ejemplo leemos lo siguiente:
"sedientos avanzamos lentamente alineados como hormigas sudorosas al patíbulo y hago lo posible nublo mis ojos para no leer las inscripciones ensangrentadas que en el tiempo otros condenados con sus uñas grabaron sobre estas paredes que granito a granito empiezan a desmoronarse." 
En este caso percibimos una clara consciencia acerca de los tiempos actuales que se vinculan al pasado, un pasado que es presente, y que se repite. Cabe destacar el sentimiento de fracaso acerca del ser humano existente en estos poemas, y que en siglo XIX hicieron legendario los poetas ingleses Lord Alfred Tennyson y Robert Browning en sus Monólogos dramáticos. Al respecto se podría intentar comparar los monólogos de estos autores con los de Elma que se ubican en la primera parte del libro, sin embargo es evidente que la intención de la autora no es la de escribir monólogos dramáticos, sino más bien poemas conjeturales que la vinculan a Jorge Luis Borges en el propósito de mostrar angustia ante el paso del tiempo, el culto a los mayores, y la añoranza por las hazañas o los hechos comunes de personajes remotos. Sirva de ejemplo el siguiente poema titulado "Hipólito":
Su celebridad será mentada
Con el ocaso
En las playas de Barranco
Del fango Renacerá con orgullo
Y a partir de una pluma
Su victoria será bendita
Su lengua de camaleón
Vengará las tristes
Omisiones
Hermes besará su piel
De reina sin afeites
Y su odio
Podrá más que los laureles
De su pecho de hombre. 
En este poema, podemos observar que a diferencia de los monólogos dramáticos de Tennyson y Browning, no hay una obsesión por el drama, ni por los momentos dramáticos o climáticos del personaje en cuestión, sino una exposición de hechos conjeturados mezclado con los reales y teñidos con la emotividad de la nostalgia y la afinidad.

al sur en caral es un poemario que nos ha regresado, por lo menos a la poética mexicana, el uso de referencias mitológicas, literarias, bíblicas, que reconoce las influencias y dignifica a las figuras tutelares, y presta su voz para que hablen a través de él. Elma Murrugarra, con este libro, nos da una memoria del olvido en medio del inconmensurable mar del Leteo que es nuestro tiempo.


México, Agosto de 2006