Ludo de versos

por Daniel Soria


Elma Murrugarra (Lima, 1974) publica, este, su primer poemario Juegos. Sus labores como periodista no le han impedido convocar a las musas, que en ningún modo le han sido esquivas, para ejecutar Juegos.

En esta primera entrega, como ya el título lo anuncia, hay una pretensión lúdica que se desprende naturalmente del lirismo paciente y muy bien hilvanado de sus versos.

 

Dividido en cuatro partes: San Miguel, Rayuela, Las escondidas y Matatirutirulá, la voz poética aborda sus temas con audacia, arriesgando, y con buenos resultados, e involucrando al lector en los vericuetos donde puede aparecer una Cenicienta en mágico streep tease que se dispone a ganar el cielo solo cubierta con su maquillaje de fantasía, o el amante a la vez indolente y caja de sorpresas que a su paso riega caos y cosmos camino a los labios de la amada.

 

En los versos de Murrugarra, además del ritmo, que los convierte en exquisitas piezas más propicias para ser oídas que leídas, destaca un impulso nervioso que en algunos poemas acorta el verso desde la más aguda concisión hasta la mínima unidad significativa, la palabra, que seguida de otras se asemeja al traqueteo de una ametralladora de juguete que, en lugar de herir a su destinatario, lo lleva de aquí para allá, le produce mareos y le deja la grata sensación de un vertiginoso paseo por un territorio que, después le dicen, se llama poema.

 

La totalidad de los poemas, engarzados en sus cuatro partes, también tienen la virtud de estar sólidamente afiatados, de modo que estos Juegos hacen al lector cómplice de una experiencia lúdica donde no están ausentes sorpresas y diversión, pero también conocimiento.

 

Juegos se presenta así como uno de esos poemarios unitarios que acusan la mano firme para diseñar los poemas y la conciencia clara para ofrecer una propuesta integral. Un tablero para jugar con todas sus piezas completas y las reglas claras. Al lector le toca lanzar los dados y dirigirse a la pagina que corresponda o, en su defecto, la que más le guste.