La función de la palabra

Por José Watanabe 


El primer poemario de Elma Murrugarra, Juegos, estaba compuesto por poemas breves y unitarios, y cada uno hacía honor al título del libro: ciertamente, en ellos se sentía el disfrute del libre albedrío en el uso de las palabras.

En este su segundo libro, La función de las parcas, los poemas están relacionados por una historia. Hay una historia de amor que se cuenta de modo alusivo, elíptico y, por momentos, hermético. Los versos, al igual que los de su primer libro, mantienen ese aspecto tan difícil de conquistar en la poesía: la limpieza.

La historia de amor se concibe desde la dolorosa conciencia de su finitud. Signo de estos tiempos: La ilusión romántica del amor eterno ha cedido a la pasión del carpe diem, que no por transitoria es menos intensa.

Escuchemos cómo Elma pide comprensión a la inevitable labor de las Parcas, aquellas diosas que cortan el hilo de nuestras vidas:
"Tras el telón
Finalizado el acto
muy pocos entienden
La función de las parcas"

Esta vez su función es cortar el hilo dorado del amor. Los amantes saben que es inútil cualquier humana apelación. Sólo queda la mudez más enajenada y la bella pregunta de Elma: "Oyó alguién el silencio de los espejos"


Lima, marzo de 2004