El silencio de los espejos

Por Rocío Castro Morgado


Si la pregunta es: ¿Acaso / pierde / la flor / el pétalo / hurtado / por la lluvia? La respuesta de la poeta Elma Murrugarra, en su segundo poemario La Función de las Parcas, ante la pérdida o la muerte irrevocable no es la aquiescente, aunque dolorosa constatación de que: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir”, como diría Jorge Manrique.

Para ella es: 
        Absurda el agua que el lavabo para breve
Que abre una posible respuesta, trascendente: 
        Los cronómetros no miden las estrellas
Y un compromiso o destino que deben asumir:  
        Asumen su destino las letras silentes
Todo ello da cuenta de un intento de respuesta estelar, a la cotidianeidad y el fatalismo de la existencia terrestre.

El tiempo es una invención humana. Podemos denominarlo como la poeta:
        Inmortal
        Guardián de mi celda
        Acosador
        De medidas militares
        Preciso
Y confesar con ella: El tiempo me consume

Inmersos en sus giros transcurren nuestras vidas humanas, con las historias cotidianas de la costumbre, la rutina y el desamor.
En ese marco una historia nos es revelada, la ligera pluma de la escribiente traza perfiles, acciones, una situación dramática, el encuentro casual.

Pero el tiempo prepara sus celadas, aunque puedan ser seis horas o cuatro días, ocho meses o, de improviso, tres años.
Así se incuba un hermoso final para un cuento que aún no empieza, que quizá jamás se iniciará, un soplo de augur nos prepara para un final, probablemente trágico.

Las circunstancias preparan el encuentro, el escenario es montado con un conjunto de piezas que se reúne como por azar y se muestra el apasionado desenlace con el concierto de los cuerpos y las voluntades:
        abogado y pintora
        en gamético delirio

Mas, cuidado, el amor como una seda que luce indefensa, puede ajustar las venas, lastimar el cuello.

La separación de los amantes solo se explica por el temor. Quizá luego surgió el arrepentimiento, quizá volvieron a buscarse. Sea como fuere un reencuentro imposible rondará sus sueños, atormentará los fueros de su imaginación.
Y así como Cloto, Laquesis y Atropos: las Parcas; a las que se alude desde el título del libro tienen la función de preservar o cortar el hilo de nuestras vidas, cada individuo por sus acciones podría reconocer que con sus acciones está:
        bordando y desbordando (su)…alma.

El destino podría reunirlos nuevamente:
        reconociéndose
        sin decirse
        se dijeron nada
        y la nada se fue con ellos
        a comprar un reloj
        por la litera que no adquirieron

Pero así como Saturno no descansa, pues tiene hambre de sus críos:
        Júpiter y Juno
        velan sin lágrimas
        el parricidio

El tiempo voraz, será castigado por sus criaturas, esclavas de relojes y cronómetros.

Cuando la muerte los sorprenda y los reúna, al fin un frío amanecer: se iniciará un diálogo subterráneo conmovedor:
        Tú y yo
        La vida
        Era tan simple
       Y no nos dimos cuenta

Sin embargo, más allá de nuestra escala temporal, el umbral de la eternidad y sus ciclos infinitos:
        En insólito emparejamiento
        el mar copula a la arena
        y de ellos nace el vidrio
        en un ciclo que regresa

Una mirada contempla la descomposición material como:
         La polilla grave y lírica
         Les ha picado
         un angosto y cilíndrico camino
         como un telescopio al firmamento

La historia en verdad es apenas un conjunto de sucesos anecdóticos en una eternidad a la que nos condena nuestra naturaleza estelar, aunque frecuentemente lo olvidemos; a lo mejor La Función de las Parcas es devolvernos a la eternidad, como lo anuncia el silencio de los espejos.



Feria Internacional del Libro de Bogotá
Abril de 2004