La función del tiempo

Por Yolanda Westphalen


Toda la estructura de La función de las parcas de Elma Murrugarra está conformada para leerlo en varias perspectivas, En sí, es un problema existencial el que ella trata de develar en este poemario, es la experiencia de la vida la que ella presenta como escenificación de una obra teatral en dos actos, que bien puede darse también como un juego de títeres, si se considera el destino en un sentido lúdico.

Hay otra vía de acceso, y es la que interpreta la noción de “función” en el título de la obra, en la que las parcas, Cloto, Láquesis y Atropos, diosas mitológicas del infierno, desempeñan la acción de hilar la vida de los hombres, “función” que tiene también una acepción de solemnidad religiosa o de cualquier acto que construya un espectáculo.

En mi opinión, Elma Murrugarra ha involucrado todas estas perspectivas en su poemario, en el cual el tiempo como el transcurrir de la vida está presentado, como en el teatro, por actos separados por tres secuencias. Se inicia la obra con el introito, continúa con intermedio y se clausura con un poema final.

La problemática del tiempo es importante en el poemario. Hay una dualidad de darse en el tiempo, unas veces éste se ofrece como algo cronométrico y otras se da como un tiempo anímico que vive el espíritu en fugacidad ilógica. La perennidad, la infinitud del tiempo, se nos ofrece en la visión de un paisaje donde la autora dice: “calina eterna”, es decir tiempo neblinoso pero cálido, y sigue adjetivando “procela infinita”, tiempo sin límites, sin finitud, pero ambas sensaciones son experiencias vividas como eterna condición y esta perennidad e infinitud son “concubinas fieles / del temor”

El problema del tiempo como experiencia personal es muy importante para Elma Murrugarra, así en el primer poema del Acto I ella nos confiesa “el tiempo me consume”. El tiempo como fugacidad es diferente del cronométrico, la poeta dice “los cronómetro no mide las estrellas”. El tiempo anímico goza de una suprema libertad, así “una semana / pueden ser seis hora / o de repente cuatro días / una semana / puede ser ocho meses o de improviso tres años”, y en ese ámbito de irrealidad y magia transcurre toda la función de las Parcas.

Hay otro sentido del tiempo que Elma Murrugarra nos hace presente y es la alusión al mito del eterno retorno, todo pasa, todo transcurre, pero el aparejamiento cósmico hace que todo vuelva a lo que fue.

No se puede analizar esta obra en poco espacio, sólo señalar perspectivas que merecen ser repensadas, así, el amor de una pareja de enamorados vive en una atmósfera subterránea de guerrillas. Sugiere esto en la obra la presencia de sentencia judicial, de cárcel y abogado, la preocupación por documentos, la amistad y la presencia de compañeros y camaradas, así como de viajes que pueden ser de exilio. El amor se da entre encuentros y desencuentros, entre negatividad y afirmación.

“Te quiero y no nos miramos” – negatividad
“Te extraño y no nos dejamos” – afirmación

El final de este amor es la realización de un acto sacramental en el cual ambos enamorados “Arrullados por la oración de hormigas y pájaros / Al borde de una carretera muertos los declararon / en un frío amanecer”.

En tres versos Elma Murrugarra silencia todo adorno literario y es esa parquedad descriptiva la que nos permite aprehender toda la emoción de este acto final, clausura que en realidad viene a ser la clausura del acto ritual que conforma el substratum de la función de las parcas. y así, en un lenguaje ágil y breve, inteligente y bello finaliza este poemario en el cual Elma Murrugarra va "bordando y desbordando" su alma.


Lima, marzo, 2004